“Antes de apuntar tu cámara hacia las miserias de otra persona, asegúrate de tener una buena razón para ello”
Stuart Freedman
En nuestros viajes de tipo cultural incluimos visitas a lugares que no se pueden considerar atractivos para el turista. Su propósito no es captar fotos de postal de entornos idílicos, sino mostrar aspectos de la sociedad que habitualmente permanecen ocultos, simplemente porque resulta incómodo enfrentarse a ellos.
Estas visitas nos permiten hacer reportajes de temas como denuncia ecológica, bienestar animal, contaminación, chatarreros, personas desplazadas, fábricas artesanales, etc.
Los reportajes que implican emociones humanas se tienen que abordar con tacto, poniéndonos en la piel de las personas que se encuentran frente a la cámara. Estos trabajos tienen el propósito de concienciar a un público demasiado amplio que no conoce bien los problemas que se explican. De hecho, aunque las fotografías no se publiquen o no se muestren a otras personas, abordar estos temas ayuda a tomar conciencia de la problemática de un modo mucho más profundo.
En esta ocasión os voy a enseñar un trabajo fotográfico de largo recorrido sobre la gestión de los residuos en Pakistán, con especial énfasis en el plástico, que es la basura más abundante. El propósito de este reportaje y de todos los que muestran aspectos de la condición humana es mostrar cómo y dónde viven las personas más desfavorecidas de la sociedad para darles visibilidad y ayudar a empatizar con ellas.
En las grandes ciudades de Pakistán, la mayor parte de la basura sólida va a parar al suelo, de donde se recoge de forma más o menos organizada entre el 60 y el 70 %. Según datos de 2023, Pakistán genera sobre 50 millones de toneladas de basura sólida al año, una cantidad enorme que se incrementa anualmente alrededor de un 2,4 %. Por supuesto, las cifras son aproximadas y poco fiables, dado el caos que impera a todos los niveles en este país del sudeste asiático.
En los bazares, todo lo que sobra se tira al suelo. La materia orgánica es consumida por los animales o acaba descomponiéndose con el paso del tiempo, pero el plástico permanece a menos que alguien lo recoja.
Este material se inventó en Estados Unidos en 1860, curiosamente para sustituir al marfil de las bolas de billar. Entonces era un material caro y escaso, con pocas aplicaciones. En 1907 se inventó la baquelita, el primer plástico sintético. En las décadas de 1920 y 1930 aparecieron el policloruro de vinilo (PVC), el polietileno y el poliestireno. Año tras año se fueron desarrollando plásticos nuevos para cubrir diferentes necesidades, pero no fue hasta la década de 1960 cuando la producción de estos polímeros se disparó de forma exponencial. Sin darnos cuenta, el plástico comenzó a invadir el mundo, con nefastas consecuencias para el medio ambiente.
En un campo de criquet improvisado los envases de lo que se consume, mayoritariamente de plástico, van directamente al suelo. Es lo normal, casi nadie considera que deshacerse directamente de la basura sea un acto incívico y poco respetuoso con el medio ambiente. Las cabras consumen la materia orgánica, que a menudo va acompañada de partes más o menos grandes de bolsas de plástico.
Gran parte del plástico que no se recoge acaba en canales, cloacas y ríos, y finalmente en el mar, el gran sumidero de plástico de la Tierra, que cada año suma entre 5 y 13 millones de toneladas. No faltan muchos años para que en el mar haya más masa en plástico que en peces.
Hay que tener en cuenta que cuando comenzó la fabricación de plástico a gran escala, a mediados del siglo XX, la población mundial era de unos 2500 millones de personas, mientras que en 2024 supera los 8000 millones, y sigue creciendo. Y por supuesto, ahora el consumo de plástico por habitante es mucho mayor que hace setenta años.
Una parte de la basura que la gente tira por la calle la recoge una cuadrilla de basureros en carros y carretillas, y luego la depositan en zonas más o menos fijas de la ciudad, donde se amontona.
A estos depósitos de basura improvisados acuden personas en busca de cualquier cosa que puedan aprovechar para su uso personal, por ejemplo sacos, bolsas grandes, colchones, ropa, bidones…
El resto se carga en camiones y tractores municipales que lo llevan a vertederos más grandes, donde cuadrillas de chatarreros recogen principalmente objetos de plástico y aluminio para luego venderlos.
Pero la inmensa mayoría de la basura va a parar a enormes vertederos situados a las afueras de las grandes ciudades. Aquí se amontona todo tipo de plásticos, metales, papel, caucho, vidrio, etc. También hay materiales tóxicos procedentes de otros países, que los exportan a Pakistán amparados por la corrupción de altos funcionarios.
Al fondo de la imagen, arriba, se ve el humo negro que despide la chimenea de una fábrica artesanal de ladrillos.
Enormes montañas de desperdicios sustentan a una comunidad compuesta por pakistanís y afganos. Estos últimos huyeron de los talibanes en 2021 en busca de una vida menos peligrosa y con más oportunidades. Hace pocos meses el gobierno de Pakistán los expulsó en masa a Afganistán. Solo quedan aquellos a los que no han podido localizar, que subsisten como pueden, trabajando en basureros, fábricas de ladrillos…Todos ellos pertenecen al escalafón más bajo de la sociedad. Son personas invisibles, despreciadas e ignoradas por aquellos que han tenido más suerte.
Hasta donde alcanza la vista todo es basura. El suelo no es firme, sino que se hunde sobre un fondo de desperdicios en descomposición.
Los basureros recogen todo tipo de cosas, principalmente botellas de PET, que son el residuo plástico más valorado. También buscan latas y otros productos de aluminio, que también se cotizan bastante bien. Una vez agotados los objetos de más valor se centran en restos de plástico duro, bolsas, etc., mientras las excavadoras remueven y apisonan el terreno.
Obviamente, los niños del vertedero no van a la escuela, pues han de contribuir con su trabajo al sustento de sus familias. Aquí, las infecciones son habituales por la falta de higiene y la proliferación masiva de patógenos. El aire que se respira está cargado de partículas tóxicas que afectan seriamente la salud de toda la comunidad de basureros.
Excepto para la clase alta, los servicios médicos en Pakistán son bastante deficientes. Los centros hospitalarios son gratuitos, pero el tratamiento y las medicinas hay que pagarlos, lo que supone una barrera infranqueable para muchos.
Cuando llega un camión rebosante de basura fresca, un numeroso grupo de personas se abalanza sobre la carga para recoger lo más valioso y meterlo en sacos.
En medio de toda esta inmundicia hay vacas y cabras que se alimentan de los restos de materia orgánica. Algunos de estos animales acaban muriendo por la ingestión accidental de bolsas de plástico.
Los retratos, directos y sin artificios, dan una idea de las duras condiciones en las que vive esta comunidad de basureros, que se encuentra en el escalafón más bajo de la sociedad.
En la fotografía de la derecha, en el suelo, a la izquierda del niño, pudriéndose junto con la materia orgánica, se puede ver una vaca muerta. Poco a poco, la basura la irá cubriendo y acabará oculta a la vista.
Los recolectores llevan su cargamento en sacos a centros improvisados de separación de basura. Dependiendo de su composición se la pagan a diferentes precios. Luego la clasifican y la venden más o menos al doble para su reutilización o reciclaje a empresas más organizadas. Los trabajadores de esta segunda etapa, en un escalafón algo superior de la sociedad, obtienen desde 10 rupias el kg para las bolsas de plástico hasta 150 rupias el kg para las botellas de PET.
El reciclaje del plástico, lo haga quien lo haga y con los medios que sea, dista mucho de ser circular y perfecto. El plástico no es como el vidrio, que se puede reciclar indefinidamente y no contamina. Incluso suponiendo que la separación entre los muchos tipos de plástico fuera perfecta, que nunca lo es, casi siempre hay que añadir plástico sin reciclar a la mezcla. Además, está el problema de la infinidad de aditivos que se añaden para dar color, maleabilidad, elasticidad, transparencia, resistencia, etc. al producto final. Estos aditivos se pierden durante el proceso de reciclaje y se tienen que volver a incorporar. Todos estos problemas hacen que resulte más barato fabricar plástico a partir de materias primas derivadas del petróleo. Por esta razón, además del descontrol de los vertidos, solo se recicla sobre un 9 % del plástico que se fabrica.
Estas fotografías y las siguientes: barrios de chabolas a las afueras de Rawalpindi y en los arrabales de Dina (2019-2023)
Los chatarreros viven en campamentos improvisados en suburbios de las grandes ciudades por los que tienen que pagar un alquiler al dueño del terreno, que en cualquier momento los puede expulsar sin dar ninguna razón. Algunos de estos campamentos están cerca del vertedero, pero otros se encuentran a varios km de distancia, donde el aire está más limpio. Su tamaño varía enormemente, desde unas pocas decenas de tiendas hasta centenares, formando barrios enteros.
No todos los habitantes de estos campamentos se dedican a la recolección de basura, pero todos desempeñan trabajos muy duros, peligrosos y mal pagados. Algunos no trabajan, simplemente porque no pueden: niños muy pequeños y sus madres, personas muy mayores, ciegas, minusválidas, enfermas…
Este reportaje, compuesto por fotografías, vídeo y texto, explica resumidamente las historias que acabas de leer.
Por favor, difunde este artículo entre tus contactos. Como dice Francisco Cecilia, no se soluciona nada si no se conoce. Si quieres colaborar de alguna manera, apoya a organizaciones como Médicos sin fronteras, Médicos del mundo, Acción contra el hambre, Caritas Pakistán o cualquier ONG que trabaje para mejorar las condiciones de vida de los invisibles.
Si te apetece conocer Pakistán de primera mano, puedes apuntarte a alguno de los viajes que organizamos. Clica aquí para más información: Viajes a Pakistán.
12 comentarios en “Basureros de Pakistán”
Estupendo artículo.
Espero que sirva para abrir los ojos a toda esta sociedad oscura y oculta. Cientos de miles de personas cuya dignidad laboral y derechos sociales está junto a las toneladas de basura que diariamente manipulan.
Gracias Tato por tu visión y por tus imágenes.
Un abrazo.
Muchas gracias Paco! Poco a poco vamos añadiendo granitos de arena, y quizá, de vez en cuando, algo de lo que hacemos o decimos sirva para algo.
Un magnífico resumen de la vida de los más desfavorecidos. Es muy duro estar ahí y constatar la suciedad, el olor, las dificultades de hacer un trabajo que no debería estar permitido hacer en esas circunstancias y con la falta de medidas higiénicas y de seguridad, y sobretodo no debería haber niños ni jóvenes que tendrían que estar preparándose para un futuro mejor.
Cierto, a esas personas les aguarda un futuro sin demasiadas esperanzas. La verdad es que dudo de que algún día todas estas injusticias se solucionen, pero al menos intentamos aportar algo.
Muy buen trabajo Tato, muy didáctico y a la vez preocupante….., lástima que tendrá poco eco.
Felicidades por tu labor..!!!
Gracias Francesc! Efectivamente, yo también pienso que tendrá poca repercusión, pero si sirve para que algunas personas de las que lo leen tomen conciencia y adopten algunas medidas, aunque sean pocas, ya es algo importante!
Felicidades por el trabajo antropológico, y sobretodo humano que hicieron ustedes y, mucho me temo, de difícil solución por múltiples motivos.
Gracias; he podido leer el artículo y ver las fotos gracias a mi amiga Elena R.
Muchas gracias Carmen, me alegro de que hayas leído el artículo. Muy difícil solución, pero no imposible.
Qué fuerte lo de Pakistán. Lo curioso es que tendemos a pensar en Pakistán como refugio para integristas islámicos y no tenemos ni idea de que es un mayor problema lo de la basura. En occidente nos aplicamos eso de “ojos que no ven …” y los cerramos para no ver. Y al final todo nos repercute de alguna forma.
Por cierto, el sábado me acordé de este artículo, porque en el súper las magdalenas venían en una caja de plástico en la que ponía “reciclable al 100X100”. Pensé que reciclable entonces es, pero no biodegradable. Nos tienen locos con tanta nomenclatura legal. Eso no ayuda.
Hola Fernando! Y muchas gracias por comentar este artículo, se agradece, de veras. Una de las cosas que se pueden hacer es difundir este y otros artículos similares, porque cuantas más personas los lean mayor puede el impacto de lo que se explica. También podemos comprar cosas que no estén envueltas en plástico, rechazar el film, que no se recicla, llevar un recipiente de casa cuando vayamos a comprar cosas a granel, tratar de usar envases biodegradables… Y sobre los envases 100 % reciclables, es en realidad un engaño. El plástico nunca es 100 % reciclable, pero aunque lo fuera, eso significa que se puede reciclar, no que se recicle. De hecho, como apunta el artículo, a nivel mundial solo se recicla el 9 % del plástico que se fabrica, y creo que en España andamos sobre el 30 %.
Hola Tato, muchas gracias por difundir esta problemática y el magnífico reportaje. Recuerdo en algún viaje a Pakistán haber visto contenedores en algunos lugares para que la gente puede separar y reciclar pero también los recuerdo vacíos, la gente no sabe para qué sirven. Supongo que es un tema culturalmente muy enraizado y de compleja solución. Compartiré el enlace a ver si vamos creando más conciencia, una vez más gracias por tu sensibilidad.
Muchas gracias Rafa por tus comentarios sobre este reportaje. El problema no es solo que no se recicla, sino principalmente que exista tanto plástico en el mundo. Sería estupendo que compartieras el enlace, así entre todos aportamos un pequeño granito de arena.