Dicen que más vale tarde que nunca, y por eso nos hemos puesto las pilas para revelar las fotos y redactar la crónica de nuestro último viaje fotográfico a Bialowieza (Polonia). Si, a nosotros a veces también se nos acumulan las fotos para revelar, y entonces, a veces, redescubrimos grandes momentos meses más tarde, como en esta ocasión.
Así pues, permitidme que os cuente cómo fue la pasada edición de nuestro viaje fotográfico a Bialowieza. Todo comenzó, como de costumbre, con un grupo de viajeros que durante este viaje pasaron a formar parte de la familia INDOMITUS, o consolidaron su presencia.
Como cada año, en la sección del viaje correspondiente a Bialowieza dividimos el grupo en dos, cada uno con su guía fotógrafo particular (léase Tato y servidora). Esto lo hacemos siempre por tres motivos: primero, en los aguardos caben un máximo de 4 personas; segundo, en los vehículos 4 x 4 y en las excursiones a pie se realizan mejor los avistamientos y se reduce el impacto sobre la fauna salvaje con un número reducido de personas; y tercero, de este modo siempre nos aseguramos que todo el mundo tenga apoyo de un guía siempre que lo necesite.
Como en años anteriores, las oportunidades fotográficas fueron muchas, pero la experiencia de poder ver la fauna salvaje tan de cerca hacía que más de uno se sintiera como dentro de un documental de la BBC.
Los días de hide nos permitieron observar muy de cerca hasta cinco ejemplares de pigargo europeo. Los jóvenes, ajenos a que a 7 metros de distancia tenían a un grupo de fotógrafos bien camuflado, luchaban con picos y garras, abriendo sus majestuosas alas frente nuestras cámaras. También pudimos observar otras rapaces, como el busardo ratonero y el azor, que nos regaló unas poses preciosas durante un amanecer espectacular.
Por supuesto, también vimos las aves más comunes, como el cuervo, el arrendajo, el pico picapinos, el pico mediano, el carbonero común, el herrerillo común o el trepador azul, entre otros. Incluso el astuto zorro hizo acto de presencia regalándonos algunas tomas muy interesantes.
Por supuesto, ambos grupos conseguimos seguir la pista a la estrella de este viaje. El bisonte europeo puede aparecer en cualquier lugar, por lo que contamos con la ayuda de Marian, el mejor de los oteadores que podríamos imaginar. Sus más que entrenados ojos le permiten detectar cualquier animal en las cercanías mucho antes que nosotros.
Durante las salidas en 4 x 4 encontrarnos numerosos grupos de bisontes. Algunos se movían en familia, otros en grupos muy reducidos, y en alguna ocasión divisamos varios ejemplares solitarios. También los distintos paisajes y luces del día ayudaron a lograr un reportaje muy variado.
Cada bisonte tiene su personalidad, por lo que es muy importante saber leer los gestos y las miradas de cada individuo para no causar estrés a los animales o crear un problema y poner en riesgo nuestra seguridad. Hay que recordar que el respeto por la fauna no solamente ayuda a seguir una buena ética fotográfica, sino que además facilita conseguir mejores resultados.
Después de cada jornada ambos grupos nos reuníamos en el hotel para revisar las fotografías y compartir las vivencias personales. Casi como cuando en el colegio intercambiábamos cromos, veíamos lo que el otro grupo había podido fotografiar durante el día y soñábamos despiertos con lo que nos encontraríamos al día siguiente.
Antes de despedirnos de Bialowieza, por supuesto dimos un paseo fotográfico por la reserva integral, un bosque inalterado desde el inicio de los tiempos, donde pudimos ver cómo la naturaleza se abre camino cuando el ser humano no interviene. Durante el recorrido observamos algunos rastros de lobo, y a través de sus huellas y excrementos pudimos conocer más sobre la vida social de este animal emblemático.
Finalmente nos dirigimos a Biebrza, donde finalizamos este viaje con un safari en 4 x 4 para avistar alces. Durante nuestra estancia en Biebrza una nevada tiñó el paisaje de blanco, ayudando a crear atmósferas muy interesantes en nuestras fotografías.
Por supuesto, también logramos avistar varios ejemplares de alce. Uno de ellos comiendo apaciblemente muy cerca de nosotros. También, durante el recorrido pudimos observar otra fauna salvaje, como el pico negro, el pigargo europeo, el zorro rojo, el corzo o el cisne cantor.
Este viaje siempre nos sorprende, porque pese a ser un itinerario de tan solo una semana vemos una gran cantidad de animales en su entorno. Además, los ratos de relax al final del día, compartiendo una deliciosa cena caliente o revisando las fotografías obtenidas, aportan el toque de interacción de grupo que a veces, por no hacer ruido, no podemos tener dentro del hide o durante las observaciones.
En resumen, una experiencia maravillosa que pudimos compartir con un excelente grupo de personas, que como decía antes ya forman parte de la familia INDOMITUS: Josep Maria, Valentí, Rosa i Jeipi 
¡Muchas gracias por formar parte de esta aventura! ¡Y disculpad por la tardanza por compartir esta crónica!
Si estás leyendo esto y te gusta lo que ves, aún estás a tiempo de apuntarte a la próxima edición de este viaje o a cualquiera de los otros que tenemos programados. Puedes verlos aquí.
