Los fotógrafos de naturaleza a menudo tenemos el placer de presenciar momentos únicos y muy especiales en la naturaleza, tales como las luces de las primeras y últimas horas del día, el silencio roto únicamente por el canto de los pájaros o la sensación de soledad en la amplitud inabarcable del paisaje. Si eres amante de la naturaleza, tomes o no fotografías, creo que te intereserá esta lista de momentos especiales y que recomiendo encarecidamente experimentar.
1. Pasear por un bosque con niebla
A todos nos gusta pasear por el bosque. Los árboles, en verano nos refrescan con su sombra y los rincones esconden riachuelos, flores, setas e incluso si tenemos suerte, algún animal como una ardilla o jabalí. La belleza del bosque es innata, pero cuando la niebla penetra en él, su aspecto cambia de forma radical. Perdemos la sensación de profundidad y la atmósfera se envuelve de misteriosa, la luz es tenue y los árboles se desdibujan con la distancia.
2. Observar el centro de la Vía Láctea
Las estrellas llevan cautivando a la humanidad desde el principio de los tiempos, cuando el hombre, a través de diferentes creencias y leyendas trataba de dar explicación a tanta belleza. Hoy en día es mucho más difícil gozar de la espectacularidad del cielo nocturno que entonces a causa de la contaminación lumínica, pero si buscamos una localización alejada de pueblos y ciudades en una noche sin Luna, podemos ser testigos de la gran cantidad de estrellas que forman nuestra galaxia, la Vía Láctea. En nuestra latitud, podemos tener una buena visión de su centro durante los meses de verano al oscurecer, cerca de la constelación del Escorpión.
3. Experimentar el cambio de las mareas en la costa
El paisaje de costa es muy curioso y cambiante. A causa de los movimientos de la Luna las mareas suben y bajan, ocultando o mostrando partes del paisaje con las aguas. En nuestro país este efecto se percibe perfectamente en las costas que baña el Océano Atlántico y quizás las más conocidas son las de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco, donde al bajar la marea aparecen formaciones rocosas en forma de cuevas, aletas, pilares o el curioso Flysch. Cuando se visite un lugar de estas características hay que estar pendiente de las mareas para saber no solamente cuál será el aspecto de la playa, sino también si tendremos problemas para acceder o marcharnos.
4. Ver el paisaje teñirse de blanco
Es posible que la idea de pasar frío no agrade a más de uno, pero la sensación de caminar sobre un paisaje nevado es difícil de describir. El bosque y las montañas, que hace poco tenían sus verdes, sus ocres y los colores de las flores que crecían en sus prados, de repente se han convertido en un paisaje monocromo donde solamente hay blanco y negro. Este tipo de paisajes son todo un reto para el fotógrafo de naturaleza pero a la vez ayuda a trabajar los contrastes. Es como si de golpe, el paisaje se hubiera descolorido.
5. Presenciar auroras polares
Quizás uno de los espectáculos más espectaculares que he tenido el placer de presenciar. Aun no estando al alcance de cualquiera, viajar a un país nórdico para avistar este tipo de acontecimiento realmente merece la pena y cada día el precio de los vuelos lo hace más accesible. Cerca del Círculo Polar Ártico en las noches de invierno y si la actividad solar lo propicia, los cielos se tiñen de verdes, lilas y rojos y las Luces del Norte danzan con esbeltos movimientos. En Suecia se creía que estas luces eran causadas por el reflejo del batir de las alas de unos cisnes que trataron de volar demasiado al norte y quedaron congelados en vuelo.
6. Escuchar la berrea del ciervo
Desde mediados de septiembre a mediados de octubre, se sucede la época de celo del ciervo. Durante las primeras y últimas horas del día, el bosque se llena del sonido que emite el ciervo al buscar una pareja. El silencio de la noche, se rompe con un sonido potente que resuena por todo el valle. Presenciar este momento es muy emocionante y con un poco de suerte, no solamente podremos oírlos sino verlos.
7. Deleitarse con los colores del otoño
El otoño es una de las estaciones favoritas de los fotógrafos de naturaleza. El bosque se viste de color fuego. Un festival de color para la vista donde naranjas, ocres, rojos y amarillos crean una alfombra que cubre por entero el paisaje. Sin embargo, este es un momento muy concreto que no dura todo el otoño. Si vamos al lugar escogido demasiado pronto aún no veremos el colorido en su máximo esplendor, mientras que si llegamos un poco tarde, nos encontraremos con que todas las hojas de los árboles ya han caído.
8. Acampar bajo las estrellas
No es el hotel más cómodo, no tiene mini-bar ni servicio de habitaciones. Olvídate de la sauna o el spa, la cena gourmet o el botones. Aun así, este hotel no es de cinco, sino de un millón de estrellas (¡Por lo menos!).
Para ello necesitaremos contar con una buena mochila donde llevar no solamente nuestra comida y ropa, sino también la tienda y el saco de dormir. Deberemos ir bien preparados y abrigados, tener un suelo llano y agua corriente cerca. Por lo demás solo cabe esperar a la noche y gozar del espectáculo que el cielo nos depara.
9. Cruzar tu mirada con la fauna salvaje
Es un momento, un instante especial en la que tus ojos se encuentran con los de otro ser vivo, salvaje y puro, que no teme a la presencia del hombre porque lo desconoce, nunca antes lo ha visto y le toma por otro animal con el que cohabitar. Este tipo de experiencia es bastante extraña, puesto que por lo general, el animal salvaje siempre teme al hombre porque sabe qué peligro representa. En raras ocasiones, podemos encontrarnos en zonas sin tradición de caza donde los animales han visto a pocas personas y estas jamás les han atacado. En lugares así, un animal salvaje puede incluso pasarnos por al lado sin ni siquiera prestarnos atención, como si fuera lo más normal del mundo.
10. Ver salir o ponerse el Sol desde lo alto de una montaña
Las salidas y puestas de Sol son hermosas, sobre todo cuando hay algunas nubes en el cielo, puesto que estas se tiñen de colores cálidos y agradables. Si además nos gusta el senderismo y la montaña una experiencia inolvidable será ver el acontecimiento desde la cima de una montaña, puesto que el Sol, al estar bajo en el horizonte, proyectará la sombra de la montaña sobre el resto del paisaje (este fenómeno es más perceptible si la forma de la montaña es puntiaguda o triangular). Habrá que tener en cuenta que para hacer una salida de Sol desde la cima, habrá que ascender de noche, bajo la luz de la Luna y las estrellas, sumando aún más belleza a este momento.
Ahora os toca a vosotros. ¿Cuáles son vuestros momentos de naturaleza favoritos? ¿Habéis sido espectadores de los que habéis leído en esta entrada? Espero que de no ser así encontréis inspiración en estas líneas y empecéis a disfrutar de la belleza que tenemos a nuestra disposición.