Hoy queremos compartir con vosotros la crónica y fotos de la pasada edición de nuestro ya habitual phototrekking de otoño “El bosque de terciopelo”. Esta sencilla excursión nos lleva a través del bosque hasta una preciosa cascada y un entorno que parece salido de un cuento de hadas.
Como de costumbre en estas salidas nos encontramos para desayunar todos juntos. La mañana pintaba soleada, cielo azul y pocas nubes. Es decir, nada bueno para la fotografía de paisaje. Sin embargo, la previsión nos alertaba de un cambio radical hacia la mitad de la excursión, y aunque en estos momentos parecía inconcebible, a las pocas horas experimentaríamos lo rápido que puede cambiar todo en la montaña.
El inicio del camino desciende por una pista sin asfaltar que esconde mil posibilidades entre las gotas del rocío, la translucidez de las hojas y algunos secretos muy bien escondidos, como el fósil de concha marina que encontramos entre las rocas.
En un momento dado, iniciamos nuestra incursión en la zona de bosque, a través de un sendero inexistente que nos descubre una gran variedad de setas y colores de otoño, que aún se resisten a marchar.
Poco a poco vamos descendiendo hasta encontrarnos con un pequeño riachuelo, que a su paso nos lleva hacia la bonita cascada en la que comemos nuestro pícnic. Los alrededores están preciosos, los colores de otoño se muestran vívidos bajo la luz del sol y la cascada baja con más agua de lo común gracias a las recientes lluvias.
Aquí aprovechamos para jugar con los reflejos y con la larga exposición. Al menos, hasta que las nubes comienzan a tapar el cielo de modo amenazante. Cuando las primeras gotas empiezan a caer nos apresuramos a finalizar nuestras composiciones más arriesgadas con los filtros. Poco a poco se hace incómodo fotografiar y decidimos seguir nuestra ruta circular, ya en dirección al punto de partida.
La lluvia convierte la excursión en una aventura y algunos participantes prefieren guardar las cámaras por miedo al agua. Por suerte, los mejores rincones ya han sido fotografiados. Este cambio de paradigma nos hace ver el contraste de como pasa el tiempo cuando se hacen fotos y cuando no, pues a la ida nos detuvimos en cada momento para fotografiar todo detalle mientras que a la vuelta, nos movíamos sin prisa pero sin pausa con el chocolate caliente en mente.
Y así es como finalizó esta jornada, con un buen chocolate caliente mientras caían las últimas gotas de la lluvia de tarde. Al despedirnos, las nubes comenzaban a dispersarse. En la distancia, la niebla seguía pegada en algunos rincones del bosque. De repente, un arcoíris se sumó a la despedida mientras el sol, poco a poco se escondía bajo el horizonte.
Sin duda una buena aventura fotográfica que contar. En esta ocasión con la lluvia nos despistamos y nos quedamos sin la foto de grupo de rigor. Aun así queríamos daros las gracias por acompañarnos Jaume, Carme, Pep, Javier y Nan Yeh. Esperamos que lo hayáis pasado en grande y que coincidamos pronto cámara en mano. Y tú, que estás leyendo esta crónica y te estás muriendo de envidia por no haber venido, ya puedes revisar nuestros próximos phototrekkings aquí.
