Siempre estamos nerviosos antes de un Phototrekking. La emoción de descubrir nuevos paisajes, la alegría de encontrarnos con caras nuevas y conocidas, la duda de si la meteorología se pondrá de nuestra parte… Pero está claro que en tiempos de pandemia ni siquiera podemos tener la tranquilidad de un día para otro, de saber que todo está bajo control.
Dos días antes de nuestra excursión por el Valle de Tena nos llegaban ecos de la noticia sobre el confinamiento perimetral de las capitales de provincia en Aragón. A día de hoy esta actividad ya no podría llevarse a cabo y es por ello que estamos agradecidos por la suerte que nos ha acompañado durante este pasado fin de semana.
Precisamente la pandemia ha hecho que últimamente contemos con poca participación dentro de lo que de por si son nuestros grupos reducidos. Aun así, más vale calidad que cantidad, y de esto, no nos ha faltado.
Llegamos al Vall de Tena bajo una leve lluvia que, al disiparse, bañó las laderas y las cimas de las montañas de nubes bajas, que acariciaban las coloridas copas de los árboles. Mientras comíamos un improvisado pícnic, algún que otro milano revoloteaba por el lugar.
La actividad empezaba más tarde, pero la meteorología era tan buena que ya que estábamos todos reunidos saldríamos a aprovecharla. De este modo empezó una tarde de ir y venir entre diversas ubicaciones desde las cuales pudimos gozar de distintas vistas del valle, disfrutando de fotografiar rincones del bosque, ríos y cascadas, cimas e incluso algún pueblo.
Sin embargo, el plato fuerte se encontraba en la excursión del sábado. El hayedo embrujado nos aguardaba con sus mejores galas. Amarillos, naranjas y rojos de las hayas y otros árboles de hoja caduca contrastaban con los verdes del pino rojo.
No tardamos en adentrarnos en el hayedo y descubrir todos sus secretos, entre los que gozaron se una especial atención de los participantes las distintas variedades de setas que encontramos por doquier.
Una vez dejado atrás el bosque nos dirigimos al punto más elevado de la ruta: el ibón de Piedrafita. En sus aguas podíamos entrever el reflejo de la sierra de Partacua mientras descansábamos en la orilla.
De bajada, tras reseguir el riachuelo entre prados alpinos, pudimos recorrer el bosque a través de un nuevo recorrido que demostró que las posibilidades fotográficas acechan en cualquier rincón del hayedo.
La excursión del domingo nos llevó a través de una zona más rural, lo cual nos permitió retratar los prados y aprender a jugar con algunas técnicas fotográficas. Una vez avanzada la excursión, cambiamos las amplias vistas de los prados por el espesor del bosque.
En esta ocasión, nos encontramos en una zona de pino rojo, que alterna sus verdes con el amarillo de los abedules. Al final de la excursión, nos aguardaba un salto de agua que hizo las delicias de nuestros filtros de densidad neutra.
Sin duda, ha sido un fin de semana tremendamente fotogénico y muy bien aprovechado tanto por lo que toca a tipos de paisaje como a meteorología. Por si fuera poco, con un pequeño pero maravilloso grupo de participantes. Juan Carlos, Salvador, Fina, Maria Jesús y Jaume, muchas gracias por acompañarnos en esta nueva edición de “El hayedo embrujado”
Si estás leyendo esto y te has quedado con las ganas de participar, ¡Que no te lo cuenten!
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