El phototrekking “Montgarri invernal” de este año (ya su séptima edición) ha sido el más estrambótico de todos. La falta de precipitaciones a lo largo del invierno, sumada a las altas temperaturas, ha dado como resultado un febrero sin nieve en el Valle de Arán. Sin embargo, lo que hemos perdido en nieve lo hemos ganado en calidad de cielo nocturno. A lo largo del fin de semana hemos reconvertido el phototrekking invernal en un vaivén de formas y texturas en el hielo, en dos tremendas sesiones de fotografía nocturna y en general en un phototrekking de fotografía “abstracta”. Y por supuesto, un magnífico grupo de participantes, que no solo han sabido adaptarse al nuevo paradigma de la salida, sino que además han sacado el máximo partido a las circunstancias y han disfrutado a tope.
Llegamos al Valle de Aran sin una sola placa de nieve en el paisaje. El manto blanco aparecía únicamente en la distancia, sobre las montañas de la estación de esquí de Baqueira-Beret. Sin embargo, su entorno nos avisaba de que tendríamos que enfrentarnos a un reto fotográfico.
Durante la excursión no desaprovechamos un solo momento u oportunidad: después de reunirnos y compartir una agradable cena, salimos a aprovechar la primera de las dos noches estrelladas que tendríamos este fin de semana. De camino a la ubicación escogida, pudimos ver un ciervo rojo cruzando la pista mientras quedaba iluminado por los faros del coche. La necesidad de ayudar al grupo no me dejó hacer ninguna fotografía esa noche, pero os comparto una del mismo punto tomada el año anterior (con algo más de nieve de la que teníamos ahora).
Al día siguiente y después de descartar completamente las raquetas de nieve por el estado del camino, nos dirigimos al inicio de la ruta. Pronto tuvimos una agradable sorpresa, que pasaría totalmente desapercibida a cualquier persona no fotógrafa y que replantearía todo el sentido de la salida: no había nieve, pero las bajas temperaturas de la mañana habían congelado los ríos y cualquier agua estancada.
Fue entonces cuando dejamos de fijarnos en los grandes paisajes para centrarnos en los pequeños detalles, en las formas, las líneas y las texturas que se formaban en el hielo. Su naturaleza efímera las hacía aún más especiales, pues bien sabíamos que cuando el sol y las temperaturas subieran, esas obras de arte de la naturaleza se desvanecerían.
Así sucedió la mañana, entre charcos, riachuelos y vaguadas. Más adelante, decidimos adentrarnos en el bosque para realizar una ruta un poco diferente. Al menos hasta donde el estado del camino nos dejó avanzar. Este desvío improvisado nos alejó de la ruta marcada y nos permitió experimentar de un modo más profundo la naturaleza de la Val d’Aran. Durante este tramo, no solamente disfrutamos del canto de los pájaros, sino que vimos diferentes rastros de animales, como por ejemplo las huellas del ciervo, las marcas de los jabalís o los excrementos de pequeños mamíferos y ungulados. Incluso encontramos el esqueleto de un ciervo rojo que debió perecer tiempo atrás.
Una vez llegamos al refugio recuperamos fuerzas con un refrigerio al sol. Después, alargamos el camino con un breve paseo hasta el pueblo abandonado de Montgarri, donde disfrutamos de las luces y fotografiamos algunos detalles abstractos más en las rocas y los líquenes del lugar.
Después de una poderosa cena de montaña que reviviría a un muerto, salimos motivados por un impecable cielo estrellado que inmortalizamos con el santuario de Montgarri en primer plano. El cielo estaba presidido por las imponentes constelaciones de invierno, como Orión y Canis Major, pero también estaban presentes las constelaciones circumpolares, como Casiopea y la Osa Mayor, que ayudaron en nuestros juegos de larga exposición.
A la mañana siguiente y después de un potente desayuno deshicimos el camino por el mismo lugar, pues la ruta prevista de regreso estaba demasiado helada y peligrosa. Sin embargo, pese a repetir el sentido de la ruta encontramos algunas sorpresas de gran interés, desde la salida del sol por encima del bosque hasta nuevas abstracciones creadas por el juego del agua con el barro en los charcos y riachuelos que surcaban del camino.
Por supuesto, de nuevo nos salimos de la ruta marcada, haciendo un pequeño lazo circular para vivir una experiencia más especial. Regresamos al punto de inicio y final de la ruta con un montón de fotografías y experiencias acumuladas. Y por supuesto, con la valiosa lección de que la fotografía nos permite disfrutar de la naturaleza de un modo muy especial y único, mostrándonos belleza incluso en los lugares más insospechados.
Muchas gracias por acompañarme en esta nueva edición: Araceli, Ramón, Fina, José Luis, Isabel, Esther, Jordi y Elisabeth. Ha sido genial teneros conmigo. Y tú, que estás leyendo esta crónica y te estás muriendo de envidia por no haber venido, ya puedes revisar nuestros próximos phototrekkings aquí.
2 comentarios en “MONTGARRI INVERNAL 2024: CRÓNICA Y FOTOS”
M’encanta un bon resum d’un super cap de setmana!!! les fotogràfies espectaculars Marta, m’encanten!
Me dejas los dientes largos. Que fotos tan chulas y qué lugar. Qué pasada las nocturnas.