Hace ya unos días que regresamos de nuestro último viaje a los confines de Islandia para fotografiar al zorro ártico y por fin ha llegado el momento de hablaros de nuestras aventuras.
Como algunos ya sabréis, este es un viaje muy especial para mí, ya que aparte de cumplir mi sueño de convivir con este magnífico animal, cada vez que confirmamos un grupo estamos ayudando a esta especie, que es tratada por los islandeses de un modo similar a como en España se trata al lobo ibérico (Canis lupus signatus).
Nuestro viaje se iniciaba con un vuelo interno a los fiordos del oeste. Los cielos despejados ayudaron a gozar de las impresionantes vistas, entre las cuales destacó el avistamiento del glaciar sobre el volcán Snaefell, según Julio Verne la puerta de entrada al centro de la Tierra. Se dice que los viajeros que vean esta montaña a su llegada a Islandia tendrán buena suerte en su aventura.
Una vez en tierra firme aprovechamos el primer día para dar una vuelta por los alrededores y gozar de las numerosas aves migratorias que nidifican en esta época del año. Pudimos fotografiar numerosos eíderes, ostreros, archibebes, charranes árticos, agachadizas, una pareja de faralopo picofino e incluso a un colimbo chico que cuidaba de su nido.
Sin embargo, la aventura nos aguardaba al día siguiente, cuando un barco nos trasladó a la deshabitada península de Hornstrandir, donde pasaríamos los siguientes días siguiendo la pista al zorro ártico.
El zorro ártico es el primer poblador de Islandia. Llegó a estas tierras durante la última glaciación, antes que cualquier ser humano. Sin embargo, los primeros pobladores vieron en él un peligro para el ganado y trataron de erradicarlo. Hoy en día el zorro sigue siendo perseguido en Islandia, y esto dificulta su avistamiento en zonas por las que se mueve el ser humano. Es por ello que buscamos lugares deshabitados donde el animal no actúe con miedo. Sin embargo, se hace necesario un buen conocimiento de la especie y saber seguir sus rastros para encontrarlo. Sin duda pudimos aprender y poner en práctica estas búsquedas, que dieron sus frutos a lo largo de la semana.
En total, pudimos localizar y fotografiar cinco familias de zorros, aunque escuchamos y vimos rastros de al menos una familia más. En total confirmamos la presencia de 25 individuos diferentes, ocho de los cuales eran adultos y el resto crías.
Encontrar a todas estas familias supuso una buena dosis de aventura, pues nada más comenzar nuestro viaje la Zodiac con la que contábamos se averió, obligándonos realizar todas nuestras excursiones a pie. Esto significa andar a través de largas playas rocosas, trepar por una cuerda, subir por senderos no aptos para personas con miedo a las alturas y cruzar ríos. Por suerte, el grupo que me acompañó supo valorar esta parte de la aventura. Todo este esfuerzo nos permitió valorar mucho más nuestros éxitos y comprender mejor la dura vida del zorro ártico, que pasa días y noches realizando estos recorridos incansablemente en busca de alimento para su familia.
Los primeros días, además, tuvimos la compañía de cielos despejados y soleados -cosa nada común en esta zona de Islandia-, lo que nos permitió explorar las zonas elevadas y acercarnos a los acantilados, donde además de gozar de las vistas descubrimos colonias de arao común, alca torda, múltiples fulmares boreales y algún que otro frailecillo atlántico. En nuestro día a día también coincidíamos de tanto en tanto con gaviotas tridáctilas, chorlitejos grandes, patos arlequines, escribanos nivales, correlimos oscuros, araos aliblancos y algún colimbo grande.
Los avistamientos de zorros en esta ocasión fueron algo más complicados que en otras ocasiones. El año anterior una gran tormenta fuera de temporada cogió desprevenidos a los zorros y muchos cachorros murieron a finales de mayo. Quizás por eso este año los adultos cuidaban especialmente de sus cachorros. La falta de jóvenes nacidos el año anterior también se hizo notar. Sin embargo, el conocimiento del terreno, el rastreo y sobre todo la paciencia dieron sus frutos, permitiéndonos disfrutar de algunos momentos muy emocionantes, como la llegada de un adulto a la madriguera, cuando la camada entera sale a celebrar su presencia, y los juegos entre hermanos, correteando por la arena de la playa.
Hacia el final del viaje el tiempo cambió. El viento y la lluvia dificultaron la fotografía de fauna, pero aportaron una atmósfera muy especial al paisaje, permitiendo un cambio de registro que de tanto en tanto se interrumpía por la presencia espontánea de un zorro a distancias comprendidas entre 5 y 100 metros.
No solemos comentarlo, pero otro punto interesante de este viaje es la comida, de una calidad y sabor espectaculares. Durante el día comemos frutos secos y pícnics que nos preparamos nosotros mismos, pero por la noche hablamos de nuestros éxitos acompañados de una deliciosa comida caliente. La especialidad de los islandeses es el cordero, y sobre todo el pescado, destacando el bacalao, que pudimos degustar en distintas recetas, a cada cual más deliciosa que la anterior.
Al final del viaje toca despedirse, y siempre la sensación es la misma: nos encantaría quedarnos más tiempo. Y es que no me extraña que los viajeros queden prendados de este lugar que para mí es un paraíso en la Tierra. Un paisaje maravilloso donde puedes notar la fuerza y la intensidad de la naturaleza en todos los sentidos, donde se puede percibir cómo la vida se abre camino y sigue su curso, mientras nosotros no somos más que meros espectadores.
Solo me queda decir que parte de estas sensaciones maravillosas que nos llevamos a casa son gracias a las personas que se me acompañan y me ayudan a crear estas historias. ¡Así que un enorme GRACIAS a Marta, Jona, Richard y los Jaumes! Gracias a vosotros podemos seguir trabajando de lo que nos enamora y ayudar con nuestro pequeño granito de arena a demostrar que el zorro vale más vivo que muerto.
Si estás leyendo esto y piensas en lo bien que lo habrías pasado viniendo con nosotros, ¡que no se te escapen nuestros próximos viajes! Consúltalos aquí
2 comentarios en “EXPEDICIÓN ZORRO ÁRTICO 2023: CRÓNICA Y FOTOS”
Uns dies fantàstics i una experiència per recordar durant molt de temps.
Hola Jaume. Moltes gràcies per el teu comentari. Hem passat uns dies genials endinssats en la natura més remota. Això es queda a dins per sempre! Gràcies per compartir l’experiència!