Si, es verdad, han pasado muchos meses ya de nuestras dos ediciones de invierno de este viaje tan espectacular, así que ya iba siendo hora de colgar una merecida crónica y fotos. Por un lado, estos viajes fueron tan fructíferos fotográficamente hablando, que me ha costado poner odern y ponerme a ello. Por otro lado, con mi libro Melrakki. El heredero de Islandia en camino, he volcado toda mi concentración zorruna hacia esa dirección.
Sin embargo, precisamente por ser dos viajes tan intensos quería compartirlos con todos vosotros. ¡Quin sabe, igual tu que estás leyendo estas líneas, me acabes acompañando a un viaje próximo!
Marzo de 2024, Islandia. Los zorros árticos están en plena época de apareamiento y nosotros aprovechamos para organizar nuestro ya clásica “Expedición zorro ártico”. Durante las próximas dos semanas, dos grupos de aventureros me acompañarían a la aventura. Como cada año, nos dirigimos a una de las regiones más salvajes de Islandia y de toda Europa. La península deshabitada de Hornstrandir. Una vez allí y gracias a la colaboración de nuestros guías locales nos alojamos en una antigua granja en estas tierras deshabitadas desde los años 40.
Desde la llegada del primer grupo vemos claramente que el paisaje está perfecto. Está nevando mucho este año y hay una enorme acumulación de nieve. Las cornisas en la costa son impresionantes y el simple hecho de desembarcar se convierte en toda una aventura, al no existir embarcadero ni caminos y llegarnos la nieve hasta la cintura. Sin embargo, nada más pisar tierra tenemos nuestro primer encuentro con el zorro ártico. Un bonito ejemplar joven al que bautizamos con el nombre de Manolo y que una semana después rebautizaríamos como Manoli al darnos cuenta de que es una hembra.
Manoli no es la zorra dominante. Sin embargo, su actitud juvenil y juguetona la hace muy accesible y rápidamente se convierte en la estrella de nuestro reportaje. No será la única presencia peluda de la zona, pues durante el resto de la semana se acercarán a investigar dos hembras adultas, un macho y un ejemplar de pelaje blanco.
La meteorología durante esta primera semana fue espectacular. Espectacular para un fotógrafo de naturaleza, para el resto de la humanidad sería un desastre. Una tormenta de nieve de varios días, con intensas ráfagas de viento hacían parecer imposible la supervivencia en un rincón tan salvaje. Sin embargo, esta situación es el pan de cada día para el zorro ártico, que se dejaba ver en repetidas ocasiones. Nosotros alternábamos las agradables temperaturas de nuestra casita con las salidas relámpago al exterior. Nuestras manos alternaban la taza de chocolate caliente, té o café por la cámara y un disparador que sonaba constantemente como una ametralladora.
Y es que había motivo para ello. Si bien la tormenta de nieve no nos permitía gozar de relajantes excursiones y bastos paisajes nos ofrecía una atmósfera increíble y un claro testimonio de las duras condiciones en las que vive el zorro ártico.
Sin darnos cuenta, el tiempo avanzó y tras despedirme del primer grupo de viajeros llegó el segundo. Estos nuevos viajeros, al ver las fotografías que habíamos podido tomar durante la semana anterior, quizás pensaron que tal suerte meteorológica no podría mantenerse. Pero la verdad es que este segundo grupo gozó de una gran variabilidad. No solamente aprovechamos un par de días de tormenta de nieve y viento, sino que además pudimos gozar de una increíble puesta de sol e incluso una tregua suficiente para realizar dos excursiones cortas para explorar la zona.
En una de estas excursiones tuvimos la suerte de localizar una pareja de perdices nivales. Esta ave tan bien camuflada sobre el paisaje nevado es parte del menú del zorro ártico, sobre todo en las zonas de interior.
Pero sin duda lo que más nos sorprendió fue el carácter de Manoli. Sin pizca de miedo por el ser humano, Manoli se acercaba mucho a curiosear lo que hacíamos. Incluso cuando dejábamos nuestro equipo fotográfico en el exterior se acercaba a husmearlo. No parecía importarle demasiado el grupo de paparazzis que seguía todos sus movimientos con el teleobjetivo. Incluso llegamos a ver conductas bastante divertidas, como por ejemplo como se revolcaba sobre la nieve para desprenderse del hielo adherido en su pelaje o como jugaba desenterrando comida de su despensa personal, lanzándola por los aires y repitiendo varias veces la operación. Incluso en un momento dado arrancó una planta seca de angelica y dio una vuelta al ruedo dando saltitos.
Cada noche celebrábamos el éxito fotográfico del día con una suculenta cena islandesa y porqué no, de tanto en tanto también caía alguna sauna. La verdad es que todos los días de ambos viajes fueron muy intensos y no puedo esperar a regresar para la edición de 2025.
Muchas gracias a los aventureros que me habéis acompañado este año: Cisco, Elena, Joan, David, Marta, Jona, Xavier y Richard. Espero que atesoréis los recuerdos de este viaje como hago yo.
Y tú, ¡si tú! Si te gusta lo que ves, puedes echar un vistazo a nuestra web porque ya estamos trabajando en las ediciones invernales “Expedición zorro ártico y auroras” y “Expedición zorro ártico: nuevos horizontes” y la expedición de verano de 2025. También mi libro Melrakki. El heredero de Islandia está a punto de salir de imprenta (lo puedes prereservar aquí).