El pasado domingo terminaba la tercera edición de uno de los phototrekkings más esperados del año. Una vez más, la danza de luces del Pirineo hizo que los participantes captaran el bellísimo paisaje del Vallée d’Ossau en todo su esplendor.
Llegamos al punto de encuentro a media tarde y cerveza en mano hablamos de todos los detalles de la excursión que iniciaríamos a primera hora de la mañana. Tras la cena, las nubes que se habían acumulado durante la tarde nos dieron una gloriosa tregua, que aprovechamos para fotografiar nuestras primeras Perseidas.
Nos levantamos con la salida del sol y tras un buen desayuno nos dirigimos al punto de partida para nuestra excursión. Este año con un grupo algo más reducido por las normativas del covid-19 (concretamente para mantener distancias de seguridad en las habitaciones del refugio) pero tan aventurero como de costumbre.
La subida hasta el refugio nos trasladó por distintos tipos de paisaje. Primero un bosque en la umbría de la montaña, repleto de musgo, helecho y aliso que bordeaba primero un lago y después un río, para posteriormente adentrarnos en un bosque de pino.
A medida que avanzábamos, fuimos dejando el bosque atrás para encontrarnos con los primeros lagos de montaña. Al otro lado del valle, la imponente mirada del Midi d’Ossau nos vigilaba con atención.
La subida es importante, sobre todo teniendo en cuenta que llevábamos en nuestra espalda el peso del equipo fotográfico, la ropa y el saco de dormir. Aun así, las variadas paradas para fotografiar hicieron más sencillo el ascenso, permitiéndonos descansos activos durante los cuales pudimos disfrutar del paisaje.
Sobre las 16h llegamos al refugio, donde tras celebrar nuestra llegada retumbaron los primeros truenos. En cuestión de minutos, una tormenta de verano descargó su furia sobre el paisaje. Sin embargo, esta tormenta no solamente duró poco sino que además, dejó el cielo limpio y despejado para la noche.
Debido al buen tiempo decidimos cenar fuera, con una de las vistas más bonitas del Pirineo: el Midi reflejado en el lago Gentau, mientras el sol caía lentamente y teñía el paisaje de tonos cálidos. No pudimos evitar llevar nuestras cámaras a la mesa y volar hacia nuestros puestos una vez tomado el postre, cuando repentinamente el festival de luces de se intensificó. En cuestión de minutos creamos de la nada un bosque de trípodes y una danza de filtros degradados y de densidad neutra.
La fiesta duró hasta bien entrada la noche, momento en el cual nuestra atención se dirigió hacia las estrellas. Con un cielo algo más nublado que el día anterior, conseguimos inmortalizar el paisaje de este bello rincón del Pirineo. La sesión nocturna tocó a su fin con la llegada de las nubes más densas.
El sábado fue nuestro día “de relax”. Después de una impresionante salida de sol, un buen desayuno y ya sin el peso de la mochila, exploramos la zona únicamente con el equipo fotográfico. A través de un agradable paseo descubrimos el resto de los lagos de Ayous, bajo las rocosas siluetas del Pic d’Ayous (2288 m), el Pic de Larry (2337 m), el Pic de Bielle (2314 m) y el Pic Casterau (2227 m).
El paseo sin el peso de la mochila al completo nos permitió disfrutar más de la parte fotográfica y del paisaje, aparte de dar un merecido descanso a nuestras espaldas. Durante la excursión gozamos de las vistas pero también de los pequeños detalles, como por ejemplo la observación de la pequeña fauna que habita en el río y los lagos (ranas y renacuajos, libélulas, larvas y algunas pequeñas aves insectívoras), pero también gozamos del vuelo de más de algún que otro buitre leonado.
Por la tarde, una lluvia nos obligó a cenar esta vez en el interior, pero el movimiento de las nubes y la niebla hicieron que saliéramos disparados hacia la terraza cada dos por tres, pues su paso dejaba el paisaje tremendamente fotogénico, permitiéndonos de nuevo disfrutar de una magnífica puesta de sol.
Desgraciadamente por noche la niebla se apoderó de la totalidad del paisaje, impidiendo disfrutar de la fotografía nocturna en nuestra última sesión del Phototrekking. De todos modos, esta misma niebla fue la que, con los primeros rayos del sol, nos regaló una bellísima estampa. Desasiéndose conforme el sol se levantaba sobre el horizonte y repartiendo una luz cálida sobre la escena.
Casi sin darnos cuenta llegó la hora de dejar atrás estas vistas. Nos calzamos nuevamente las botas y la mochila y empezamos el camino de vuelta. La bajada es intensa pero las vistas no tienen precio. De nuevo se impuso el sol, pero un pequeño porcentaje de nubes quedó pegado a los pinos del bosque, en el fondo del paisaje.
Descendimos entre rocas y pastos hasta alcanzar el río y nuevamente el bosque del primer día. Llegamos finalmente al punto de inicio desde el que partimos el primer día y celebramos nuestros logros con un brindis y una auténtica crêpe de trigo sarraceno.
Han sido unos días muy auténticos y muy satisfactorios fotográficamente hablando. Si todo esto además lo maridamos con un grupo de aventureros como el que se ha reunido aquí, el éxito estaba asegurado. Muchas gracias a nuestros phototrekkers repetidores por seguir confiando en nosotros y bienvenidos a los recién llegados, espero que nos volvamos a ver pronto.
Os dejo con la foto de grupo de rigor, con los protagonistas de esta aventura: de izquierda a derecha: Fina, Maria Jesús, Anggi, Olga, Marta (yo), Joan Ramón, Júlia, Jordi, Joaquín e Isaac… ¡unos cracks!
A continuación os dejamos con una selección de algunas fotografías de esta excursión.
Si te quedaste sin venir o te han entrado ganas de aventuras puedes consultar nuestros próximos phototrekkings aquí: http://indomitus.eu/phototrekking/