Indomitus en el collado

EL DÍA QUE ALASKA NOS DERROTÓ

Hace unos días regresamos de nuestra última aventura por la naturaleza salvaje, y curiosamente lo hemos hecho antes de lo previsto. En esta entrada queremos contaros los momentos álgidos y también los momentos devastadores de nuestra experiencia. Por supuesto, en unos meses tendremos editada la película de esta aventura, y con el tiempo también nos gustaría compartir el diario de viaje, así que no descubriremos todos los ingredientes de este viaje.

Fall Creek Valley
Disfrutando de las vistas de un nuevo valle

La idea

El 13 de agosto iniciábamos nuestra excursión más exigente hasta la fecha. Durante 20 días íbamos a recorrer entre 130 y 140 km a lo largo de montañas, ríos y glaciares desde una zona conocida como Wrangell Plateau hasta la antigua población minera de Blackburn (hoy parte del pueblo de McCarthy, en el Parque Nacional Wrangell Saint Elias, en el sureste de Alaska).

La ruta trazada sobre el mapa prometía dureza y estábamos abiertos a modificarla sobre la marcha, con hasta cuatro planes “B” preparados. Sin embargo, las dificultades del terreno nos lo iban a poner muy difícil, hasta el punto de vernos obligados a terminar el día 13 a causa de la imposibilidad de avanzar, rodear o retroceder.

Revisando los mapas
Revisando los mapas de nuestra ruta antes de salir

De kilómetro en kilómetro

Muchas veces lo pienso, y durante este viaje lo he tenido presente en todo momento: la gente que no conoce este tipo de viaje no se hace a la idea de lo que es andar por donde no existen caminos.

Es muy sencillo realizar rutas de montaña cuando los caminos están marcados. Cuando conoces la dirección correcta y no hay pérdida, por mucho desnivel que exista. Pero una cosa muy diferente es andar escogiendo en todo momento por donde avanzar y en qué dirección, con la gran dosis de incertidumbre que ello implica.

Para empezar, hay que trazar la ruta sobre un mapa sin demasiada idea sobre el terreno, y una vez in situ comprobar en directo cómo se ajustan en realidad las curvas de nivel a la orografía del terreno (muchas veces estos mapas tienen curvas de nivel con una diferencia demasiado grande para permitir adivinar cambios de rasante y cortados que sí existen en el mundo real).

Long Glacier
Las rocas retienen el calor del sol y derriten el hielo del glaciar, creando pozos de agua.

Avanzar sin caminos y con el pequeño detalle del peso de la mochila es un reto más que importante. Imagina caminar un kilómetro sin nada encima y luego repetir el ejercicio con algo más de 28 kilos a la espalda.

Fall Creek Gully
Garganta con tartera de piedra suelta

Ya teníamos experiencia en Alaska y sabíamos que habría días en los que avanzaríamos muy pocos kilómetros, pero jamás habríamos adivinado lo que costaría avanzar un simple centenar de metros. En los escasos momentos en que podíamos seguir una senda temporal creada por un carnero o un alce nos sentíamos tremendamente afortunados.

Stone sheep
Carnero de Dall. Uno de los responsables de la creación de sendas en zonas rocosas y collados.

El bosque: una trampa mortal

Dificultades las encontramos de todos los colores: pendientes verticales de roca suelta, ríos helados y profundos, grietas en el hielo de los glaciares… Sin embargo, algo con lo que no contábamos tener demasiados problemas era con la vegetación.

Sabemos por experiencia lo molesto que puede llegar a ser cruzar por una zona de vegetación arbustiva. Sin embargo, lo que encontramos en esta ocasión estaba a otro nivel, lo que nosotros llamamos Nivel Dios.

Wrangell 146
No sé... creo que mi cara lo dice todo en este momento

El bosque y las zonas arbustivas eran tan densas que para avanzar era necesario cortar ramas y literalmente destrozar toda la vegetación por donde teníamos que pasar.

Algunas ramas, al pisarlas, hacían de látigo y nos daban en la cara. Otras se enredaban en los pies y terminábamos en el suelo aplastados por la mochila. Si además tocaba cruzar una de estas zonas un día lluvioso terminábamos empapados. En ocasiones, simplemente no se podía avanzar. Entonces, muy a nuestro pesar, tocaba volver atrás e intentarlo por otro lugar.

Los árboles y los arbustos ocultaban la vista y costaba escoger por dónde podía haber árboles más bajos o endebles. Además, se hacía necesario cruzar haciendo ruido para no sorprender a osos o alces que pudieran haber entre la vegetación. Como consecuencia, vimos muchos rastros de fauna salvaje pero pocos animales, ya que nuestro propio ruido al avanzar los ahuyentaba.

El cambio climático delante de nuestros ojos

Sin embargo, no fueron los glaciares, las rocas ni el bosque lo que nos frenó, sino un río. Un río imposible de cruzar y cuyas aguas profundas y rápidas arrastraban árboles enteros ante nuestra atónita mirada.

Kluvesna River
Río Kluvesna desde Surprise Creek Pass. Necesitamos dos días para encontrar el mejor sitio para cruzar. Nos tomó entre hora y hora y media lograrlo con el agua glacial hasta la cintura.

Llevábamos mucho tiempo estudiando esta ruta. El principio de la misma solo se había realizado una vez hace más de 15 años y no hubo manera de obtener mayor información del estado actual de los ríos, ni por parte de los guardaparques ni de los pilotos oficiales de Wrangell Mountain Air. Sin embargo, comparando nuestra experiencia con las descripciones de la ruta publicada en 2008 por un guía de montaña local, hemos podido constatar en primera persona los efectos del calentamiento global sobre los glaciares, que han retrocedido bastante de su posición oficial en el mapa.

Long glacier
Mt Wrangell y Long Glacier. El primero de nuestros numerosos obstáculos

Como consecuencia del retroceso de las lenguas glaciares, los ríos que se indicaban como sencillos se habían ensanchado mucho, llegando a crear zonas con enormes piscinas y lagos. Otros ríos identificados como difíciles ahora eran muy peligrosos. Con mucho esfuerzo y determinación, quizá arriesgándonos más de lo debido, pudimos cruzar uno de ellos. La travesía nos llevó más de una hora, en ocasiones con el agua helada por la cintura. Sin embargo, el último río pudo con nosotros. Lo más sensato que se podía hacer era no seguir adelante. Fue una decisión muy difícil de tomar, aun cuando sabíamos que era la correcta. Cualquier otra decisión hubiese acabado en un drama. Así es como una derrota se convierte en un logro.

Kotsina River
El infame río Kotsina

Tarde o temprano todo termina, pero volverá a empezar

Siempre da pena cerrar un capítulo, sobre todo cuando ha sido tan intenso como este.

Alaska nos ha recibido de nuevo y nos ha enseñado su cara más salvaje, intensa e indómita.

Wrangell nos ha clavado sus dientes de hielo, nos ha arañado constantemente con sus ramas y sus rocas y nos ha arrastrado por sus gélidas aguas.

Lejos de echarnos, el paisaje nos ha tratado como a uno más de sus habitantes, y nosotros, al igual que todos ellos, hemos tenido que adaptarnos a la implacable dureza del entorno. ¿Repetiremos?

Indomitus en el collado
Indomitus triumfante en nuestro campamento favorito

NOTA: En las fotografías cuesta apreciar la dificultad del terreno, pero no sufráis, pues en los vídeos que traemos para nuestra futura película quedará más que evidenciado. Esperamos ponernos a trabajar en el montaje en breve. De momento, recuerda que puedes ver el resto de nuestras películas aquí.

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7 comentarios en “EL DÍA QUE ALASKA NOS DERROTÓ”

  1. Si para gente experimentada como vosotros en este tipo de viajes, decís que os ha derrotado la naturaleza, en este caso el río, no me quiero imaginar lo duro que aún este tipo de espacios salvajes. Con ganas de ver la película. Un abrazo.

    1. Muchas gracias 🙂 Esperamos pronto podernos poner con la película.
      La verdad es que ha sido nuestro viaje más duro, con gran diferencia. Y no es que los anteriores sean moco de pavo como se suele decir, pero aquí hemos subido demasiado el listón. Quizás ahora sea más fácil saber donde está nuestro límite… o quien sabe, quizás la volvamos a liar en un futuro, jeje

  2. Bienvenidos. Dicen que “una retirada a tiempo es una victoria”. ¡ Qué barbaridad ! Recuerdo una noticia que escuché de niño y que me impresionó. Para repoblar ciertas zonas de Alaska, el gobierno regalaba no recuerdo cuántos acres si se lograba vivir dos años enteros en ellos. Me parece que no tuvo mucho éxito la medida. También con ganas de ver la peli.

  3. Ha sido una excursión muy dura, llena de riesgos que había que asumir para seguir adelante. La zona que recorrimos es un enorme reducto de naturaleza intacta, con ríos furiosos, glaciares en retroceso, bosques casi impenetrables, pendientes de roca, arena, piedras y hierba, cortados a pico y mucha incertidumbre. Aquí cualquier error se puede pagar muy caro. Nosotros hemos tenido suerte, pero caminar sobre una línea tan fina supone un riesgo excesivo. Es quizás el máximo exponente de la aventura, y sin ninguna duda, la experiencia ha sido extraordinaria. Filmar esta locura ha sido un reto mayúsculo. La película promete!!!

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